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La importancia de la comunidad en el primer hospice pediátrico de Perú

Cuidar es importante. No como mera consigna, sino como forma de sostener la vida en todo momento, especialmente durante el proceso final. En Perú, muchas familias enfrentan situaciones profundamente complejas sin acompañamiento adecuado. Casa Khuyana es el primer hospice pediátrico del país y trabaja para transformar esta realidad mediante el desarrollo de un modelo de atención integral que pone en el centro la dignidad y la contención de los niños en proceso final de vida. ¿Cómo se logra? Con el compromiso de muchas personas y empresas.

Cada año, entre 25,000 y 75,000 niños y adolescentes con cáncer en América Latina y el Caribe necesitan cuidados paliativos. Y el cáncer es solo una de las muchas enfermedades que pueden llevar a un diagnóstico terminal.

En este escenario tan desafiante, Casa Khuyana nace como una propuesta pionera en el país: un espacio único que combina la calidez de un hogar, el acompañamiento de un entorno terapéutico y la contención de una red que abraza a cada niño y familia.

Sostener esta misión es una tarea colectiva. Por eso, cada persona que se suma cumple un rol central: ser parte activa de este cuidado que transforma.

La tarea colectiva de donar y acompañar al hospice se nutre de personas que, desde distintos lugares, eligen sumarse con una convicción compartida: ningún niño debería atravesar su último tramo de vida en soledad, ni en un entorno excesivamente medicalizado que deje de lado sus emociones, sus creencias y las de su familia.

“Comparto el deseo de Casa Khuyana de ofrecer dignidad, bienestar y amor a los niños en su proceso final de vida”, expresa Iván Barreto, integrante del Consejo Recaudador de la asociación, convencido de que el cuidado es un derecho fundamental de cada niño.

Desde el equipo técnico, la motivación nace de la experiencia, pero sobre todo, de la sensibilidad y la compasión. Así lo refleja el pediatra Miguel Bayona, miembro de la Comisión Técnica de Casa Khuyana: “Mi motivación son los niños, niñas y adolescentes del Perú y sus familias. Todo lo que podamos hacer para aliviar su sufrimiento, vale la pena”.

También quienes se involucran desde los programas de recaudación de fondos abiertos a la comunidad, encuentran sentido en el acompañamiento. Angie Álvarez, quien forma parte del programa Padrinos, lo expresa con claridad: “Me inspira saber que los niños tendrán la oportunidad de estar en calma y mantener su esencia al final del camino de su vida”.

En el hospice, cada ambiente se piensa como un espacio donde el juego, el arte, el descanso y el cuidado, son tan importantes como la atención médica. Porque cuidar es mucho más que aliviar un síntoma; implica estar, escuchar, sostener. El constante compromiso  de personas, organizaciones y empresas que se suman a la misión de Casa Khuyana, hace posible que este modelo de cuidados siga creciendo.

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