Nuestra Historia

Antecedentes (Perú)

Cuando a un niño se le diagnostica una enfermedad que amenaza su vida, su mundo y el de su familia se ve afectado en todos los aspectos. La situación es mucho más difícil cuando las familias viven en provincia, ya que no siempre existen hospitales locales especializados que puedan atenderlos. Debido a eso, en la mayoría de los casos, el niño y al menos uno de los padres se ven obligados a viajar a Lima, la ciudad capital, para recibir tratamiento médico.


Esta decisión significa un gran desafío para la familia, ya que deben separarse por tiempo indefinido en un momento en el que necesitarían estar juntos, además de los grandes gastos económicos que esto involucra.


Cuando los médicos determinan que el niño tiene una enfermedad no curable y recomiendan que regrese a su casa a pasar su tiempo final, muchas veces la familia no cuenta con la fortaleza, los recursos ni las comodidades mínimas para poder dar al niño los cuidados que merece y necesita.

Nuestra Fundadora

Mónica Pfeiffer

Durante 6 años dirigí la Casa Ronald McDonald en Perú, cuya misión es albergar a familias que deben permanecer lejos de sus hogares mientras sus hijos reciben tratamientos médicos por alguna enfermedad compleja, como cáncer, cardiopatías, enfermedades neurológicas, etc. 

Yo deseaba que cada niño que llegara a la casa se cure e su enfermedad y pueda regresar a su hogar con su familia, pero no fue así. Hubo niños muy queridos que fallecieron en el hospital, lejos de su entorno familiar, sin el acompañamiento emocional y espiritual que hubieran necesitado.
Tuvimos muchísimos casos en los que los médicos decían “Ya no hay nada más que hacer, llévelo a casa y dele calidad de vida”. ¿Qué calidad de vida podría dar una familia pobre a sus niños que están falleciendo?
Una de las cosas que más me afectaba era cuando las madres nos pedían que sus niños se queden en la Casa durante su etapa final porque ellas no contaban con los recursos mínimos para darles bienestar en su hogar. Estas madres estaban aceptando la muerte del niño, pero lo que no podían aceptar era sufran.
Cuando un médico dice que “no hay nada más que hacer”, no es del todo cierto. Quizás no se pueda curar la enfermedad, pero siempre hay mucho por hacer. Lo primero es asegurarse de que no haya dolor ni síntomas molestos.
Luego, se puede dar apoyo emocional, social y espiritual al niño y a su familia. También se les ́puede ayudar a despedirse y realizar las últimas voluntades.
Todo eso se llama Cuidados Paliativos.
Hace algunos dejé Lima y me mudé al Valle Sagrado. No fue fácil dejar un lugar tan hermoso como la Casa Ronald, pero lo hice con la promesa de que algún día construiría un Hospice para que todo niño tenga un lugar hermoso y digno donde pasar su etapa final de vida. Decidí empezar a estudiar y prepararme para esta misión. Al mismo tiempo llegaron algunos donantes dispuestos a hacer realidad este proyecto, que hasta ese momento era solo un sueño. En 2021 registramos la Asociación Casa Khuyana, compramos el terreno en Calca, e iniciamos los trámites de licencia para poder construir.
En Julio de 2022 por fin iniciamos la construcción del Hospice. Es un reto grande porque todo lo hacemos con donaciones. La obra está calculada para 12-15 meses, si es que llegamos a recaudar todo el dinero necesario, y luego vendrá la etapa de equipamiento.
Para mí es un honor liderar este proyecto y confío en que la ayuda llegará para terminar esta obra que impactará en la vida de muchas familias peruanas.”