Cada 14 de febrero en muchos países del mundo se celebra el Día del Amor y la Amistad. Es una fecha que evoca el cariño, la conexión y la importancia de estar presentes para los demás. En Casa Khuyana, el primer hospice pediátrico de Perú y tercero de Latinoamérica, entendemos al Amor en su expresión más profunda: como presencia, lealtad y acompañamiento, sobre todo en los momentos más trascendentales de la vida.
«El Amor no es solo alegría y celebración. También es empatía y presencia incondicional, es involucrarse para acompañar y tratar de entender al otro, especialmente en situaciones complejas. En Casa Khuyana vivimos el Amor como una práctica diaria de compasión y respeto hacia los niños que acompañamos y sus familias», reflexiona Mónica Pfeiffer, fundadora y directora general de Casa Khuyana.
El Amor, en su forma más genuina, trasciende las palabras. Se manifiesta en el cuidado compasivo de un profesional de la salud, en la caricia de un familiar, en la sonrisa compartida cuando una mirada lo explica todo. Es un lazo invisible que une a quienes acompañan a los niños en su proceso final de vida, brindándoles, no solo alivio frente al dolor físico, sino también la posibilidad de contar con contención espiritual, emocional y recibir escucha atenta.
El Amor también es autocuidado
Quienes dedican su vida a cuidar también necesitan recibir cuidados y procurárselos a sí mismos. «El autocuidado es un acto de amor propio y también una responsabilidad. Para poder acompañar desde el corazón, es fundamental que los cuidadores, ya sean profesionales de la salud, voluntarios o familiares, se permitan descansar, expresar sus emociones y recibir apoyo», destaca Mónica.
En un espacio donde la vida tiene lugar en cada una de sus etapas, el Amor se convierte en el hilo que une cada gesto, cada palabra y cada presencia. Este 14 de febrero, en Casa Khuyana reafirmamos la celebración del Amor en todas sus formas: el que abraza, el que sostiene y el que permanece hasta el último instante.
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