El hospice pediátrico que ha construido Casa Khuyana en el Valle Sagrado de los Incas, Cusco, es el primero de su tipo en Perú y el tercero Latinoamérica. Tiene la misión brindar a los niños con diagnóstico médico terminal y a sus familias cuidados paliativos pediátricos y contención. Ser parte de Casa Khuyana es, más que un acto de solidaridad, un compromiso con la vida. A través de diferentes formas de apoyo y participación cada persona y empresa tiene la oportunidad de brindar esperanza a quienes más lo necesitan.
El trabajo de Casa Khuyana es posible gracias al compromiso de la comunidad. Te contamos algunas historias de personas que ya son parte.
“Hoy tenemos la oportunidad de este maravilloso proyecto que va a ayudar a muchos niños peruanos a recibir cuidados paliativos y a que pasen de la mejor manera posible sus últimos días de vida”, recalcó Pelusa Tuppia, la primera en sumarse a la campaña de donaciones mensuales. Por un valor accesible, involucrarse puede significar mucho en quien lo hace: “Hará que marques muchas vidas, vas a agradecer la fortuna de hacerlo”, le dice Pelusa a quienes estén pensando ser parte.
En el proceso de edificación del hospice pediátrico, que comenzó el año pasado, muchos profesionales donaron su trabajo y sus conocimientos, al igual que algunas empresas locales. “Casa Khuyana tiene un gran propósito y ser parte significa dos cosas para mí: responsabilidad y compromiso”, resumió Italo Zevallos, arquitecto paisajista que realizó ad honorem el diseño para los jardines del predio de 3000 metros cuadrados que se yergue en el Valle Sagrado. “Traté de ponerme en el lugar de un niño que, atravesando una situación compleja, llega por primera vez a un lugar desconocido. Así empecé a crear un espacio que ofrezca consuelo al espíritu humano a través de la naturaleza”, explicó.
“Acompañar a nuestros niños que están cerca de la muerte a hacerlo con amor posible, compasión y contención en lo emocional, físico, espiritual y mental” es para Majia Rosé la misión que la convocó a ser parte de la gran comunidad de Casa Khuyana. Ella aporta su tiempo y su compromiso de forma voluntaria, porque considera que el hospice pediátrico tiene un aporte fundamental para hacer en un momento tan trascendental de la vida de una persona, y que todos los niños que deben atravesarlo tienen derecho a pasarlo de la mejor manera posible.
Ser parte de Casa Khuyana es sinónimo de acompañar y brindar bienestar a los niños con diagnóstico médico terminal, y sus familias, en su proceso final de vida “El aporte de todas las personas es fundamental y bienvenido. Creemos que una comunidad unida es la que marca la diferencia”, concluyó Mónica Pfeiffer, fundadora y directora general de la asociación civil. Todas las personas pueden ser parte.